Miranda Partners lanzó este lunes un reporte que analiza a profundidad el estado del sector fintech en México. El estudio de 57 páginas es una revisión de los retos y oportunidades que enfrentan las firmas con matriz en México, el marco regulatorio y su implementación. También ofrece un breve resumen de los alrededor de 40 jugadores principales en todas las áreas clave de la industria: neobancos, crédito, pagos, inversiones; seguros, Open Banking y Big Tech.
Del reporte se desprenden muchas cosas que celebrar
Al día de hoy ya hay más de 500 fintech en México, muchas de las cuales se han convertido en líderes en sus categorías. El sector en conjunto levantó una cifra récord de 3,800 millones de dólares en capital nuevo el año pasado.
El brasileño Nubank se convirtió en el mayor emisor de tarjetas de crédito en México en su segundo año completo de operaciones. Bitso se ha convertido en la plataforma dominante para el intercambio de criptodivisas. Clip, con una valuación de 2,000 millones de dólares, dotó de inclusión financiera a decenas de miles de pequeños comercios. Flink posibilitó que la inversión internacional sea barata y accesible para más de un millón de personas, en su mayoría mexicanas y mexicanos jóvenes.
Kueski ha desplegado el modelo de crédito BNPL (Compra ahora, paga después) entre decenas de miles de personas anteriormente excluidas del sistema financiero. Ya Ganaste se ha convertido en el procesador de pagos líder en siete países de América Latina. Baz, la súper app de Banco Azteca, ya es una de las aplicaciones más descargadas en México. Konfío y Credijusto están extendiendo el crédito a las pymes mexicanas, ayudándoles a mejorar su eficiencia financiera.
Pero también hay muchos motivos para la reflexión y la preocupación
Las fintech mexicanas en conjunto aún son muy pequeñas en comparación con los grandes bancos. Sus activos y capital probablemente están por debajo del 1% del total del sistema; por lo tanto su impacto en la economía se mantiene relativamente modesto.
En Brasil, Nubank —que ya tiene 45 millones de clientes solo en ese país—ahora compite con la banca tradicional brasileña en la mayoría de los productos y servicios (tarjetas de crédito, préstamos, cuentas de nómina, seguros e inversión), y debutó en bolsa en diciembre como el banco con mayor valuación del país. En México la fintech con mayor valuación es probablemente Bitso (valuada en 2,200 millones de dólares en su última ronda) y ninguna de las existentes se acerca ni remotamente a BBVA, Citibanamex, Santander o Banorte en tamaño y alcance.
Los reguladores mexicanos han sido lentos y poco consistentes en la aplicación de la Ley Fintech que se promulgó en 2018; también, en otras leyes y normativas financieras más antiguas. Muchos de los llamados neobancos líderes (Albo, Mercado Pago, etc.) aún operan bajo el Artículo 8vo. Transitorio, una especie de limbo regulatorio, en lo que se les otorga su aprobación completa y después de años de haber solicitado su licencia, lo cual en muchos casos ha limitado su capacidad para hacerse de más clientes.
Accendo, que se había colocado como el banco líder como proveedor de servicios, cerró el año pasado al presentar déficits de capital, aún cuando hubo ofertas para recapitalizarla. Otras fintech han sido fuertemente multadas o han tenido que cerrar tras reportar lagunas normativas que causaron problemas en cascada para sus clientes (por ejemplo Ualá y Cacao Cards). Detrás de estas inconsistencias y opacidad regulatorias, muchas fintech y fondos de Venture Capital en México ven la pesada y oscura mano del cabildeo de la Asociación de Bancos de México (ABM) y ciertos bancos clave, que alegan que solo quieren un terreno de juego parejo, a pesar de ser 100 veces más grandes, y están usando los retrasos para expandir su propia oferta de servicios digitales.
CoDi no termina de arrancar
En retrospectiva, y viendo los resultados, el Banco de México ha manejado muy pobremente el CoDi, su plataforma de transferencias móviles instantáneas. Banxico esperaba tener 20 millones de usuarios de CoDi para el cierre de 2021 y hoy poco menos de un millón de mexicanos lo usan. Comparémoslo con su símil brasileño, PIX, que fue lanzado después de CoDi, y cuya plataforma ya cuenta con 100 millones de usuarios; esto ha revolucionado por completo el ecosistema de pagos de Brasil. En tanto, el sistema de pagos mexicano permanece casi sin cambios.
Banxico claramente cometió el error de forzar a los bancos a ofrecer transferencias gratuitas P2B (Person to Business en inglés, o ‘de personas a negocios’) por CoDi, eliminando cualquier motivación para promover su uso. En Brasil, las transferencias P2B tienen una comisión de alrededor de 1%, aún mucho menor a las comisiones que cobran las tarjetas de débito y crédito, de cerca del 3.0%. Hoy el P2B representa aproximadamente 60% del valor de las transacciones por PIX en Brasil, y 25% en número de transacciones.
La adopción del Open Banking ha sido complicada
La experiencia de México con Open Banking (o BaaS) ha sido problemática. Un gran motivo de preocupación, dada la experiencia internacional, es que esta es una de las mayores oportunidades para atacar la lamentable falta de inclusión financiera en México. Solo 37% de los mexicanos mayores de 15 años tienen una cuenta bancaria, el menor nivel entre las grandes economías latinoamericanas. El ejemplo de Estados Unidos muestra cómo la combinación adecuada entre una entidad regulada (un banco promotor) y una compañía no regulada (un gestor de programas), puede tener un alcance a millones de nuevos clientes en muchas verticales diferentes: transporte de vehículos; comercio electrónico, comida a domicilio, etc. Pero mientras las reglas del BaaS en México sigan siendo poco claras, pocos bancos regulados —además de PagaTodo y Consubanco— están listas para ofrecer este servicio dadas las complejidades que están en juego. Tal vez como resultado algunas fintech mexicanas como Credijusto, Finterra; Ualá o ABC, están comprando bancos para resolver el problema regulatorio; sin embargo, es una solución ineficiente y costosa, y no todas las fintech o Súper Apps tienen el dinero o el interés de ir por este camino.
Mientras tanto, en un país en el que la mayoría de la población tiene smartphones Android y acceso a una decente cobertura móvil 3G, la decisión del gobierno de desplegar cerca de 2,600 sucursales del Banco del Bienestar para 2022 y que le convertirá en la mayor entidad bancaria por número de sucursales en el país, tiene poco sentido financiero y presenta una oportunidad perdida de ayudar a digitalizar el sector financiero. Dado que los clientes usualmente disponen de efectivo de las sucursales del Bienestar, pagan a otros en metálico y se perpetua el círculo vicioso del efectivo en el país. Cerca de 86% de las transacciones en México son realizadas en efectivo. En Brasil es el 74%, en Estados Unidos el 74% y en Suecia el 9.%, según el Global Payments Report 2020 de McKinsey.
En un mundo de amplia cobertura móvil, servicios baratos de informática en la nube y rápidos avances en Inteligencia Artificial, las ventajas de las fintech sobre los bancos tradicionales en términos de menores costos, mejor extracción de datos; excelente experiencia de consumo, entre muchas otras variables, son difíciles de superar. Tanto así que los bancos tradicionales están tratando de recuperar rápidamente el tiempo perdido, con Hey Banco (parte de BanRegio), Baz (parte de Banco Azteca), la excelente oferta digital de BBVA y Banorte, entre otros, que ahora están muy enfocados en transformar su modelo de negocio. Puede que incluso Citibank haya decidido vender su rama de banca de consumo de Citibanamex porque vio que los enormes retos de largo plazo para competir contra jugadores como Nubank son demasiado costosos o simplemente abrumadores. Pero mientras la dominancia de las fintech es inevitable, si las autoridades mexicanas quieren acelerar la inclusión financiera y hacer que ocurra pronto, necesitan aplicar sus reglas más rápido y mostrar más flexibilidad comercial de lo que lo han hecho hasta ahora.
* Damian Fraser fundó Miranda Partners en 2018. Fue Director Regional de UBS México de 2001 a 2018, donde dirigió a un equipo de 180 personas en las áreas de Banca de Inversión, Gestión Patrimonial y Renta Variable. Previamente, en el mismo banco, dirigió la división de Renta Variable para América Latina y fue Jefe de Análisis de Renta Variable para la región. Durante varios años, fue considerado el mejor analista de renta variable para estrategia en el ranking de «Institutional Investor » de Latinoamérica. Previamente, Damian fue periodista en The Economist como corresponsal en temas económicos y también fue jefe de la oficina en México del Financial Times. Tiene un CFA y una maestría en Administración Pública por la Universidad Harvard; también una Licenciatura en Política, Filosofía y Economía por la Universidad de Oxford.
Las opiniones publicadas en esta columna son responsabilidad del autor.